Independiente no necesitaba demostrar nada pero una vez más lo hizo. Lejos de traicionar sus principios de siempre tomar la iniciativa en cada partido, se impuso ante un Atlético que buscaba cerrar de la mejor manera un año irregular, con altos y bajos, que lo sacaron de la pelea en la mitad del torneo.
El partido fue chato hasta la expulsión de Alan Holgado después de una falta sobre Cristian Cabrera. El Rojo no perdió el tiempo y de ese tiro libre Antonio Rodríguez puso el 1-0 con un golazo al palo que uno de los mejores arqueros del año: Pablo Porras.
Independiente ya había lastimado y la piedad no es moneda corriente una vez que cruzas esa arcada con un cartel que dice "Estadio Antonio L. Belzagui" fue por el otro y lo encontró. ¿Es necesario decir quien lo hizo? Si, Millán. No sólo eso, sino que le regalo una definición exquisita que no sorprende cuando miras la camiseta del autor del gol y tiene la número 9: la picó.
El Piojo, (cuantas veces le hemos puesto fecha de vencimiento a Otegui y él nos tapa la boca con corridas interminables, haciendo un zurco por el costado derecho, terminando cada partido como si se hubiese metido a la ducha con la ropa puesta) puso quinta y arrancó. Levantó la cabeza y ¿quién estaba esperando el centro? Si, Millán. Cabeza al piso. El Rojo goleaba 3-0 a un Atlético que fue una cosa antes y después de la expulsión de Alan.
Independiente termina un torneo (¿de entrenamiento?) y ya enfoca su fútbol hacia un sueño que todos quieren pero pocos se animan a nombrar conociendo el desarrollo del torneo: el ascenso al Argentino B.
Síntesis: